LA HERENCIA DE JERUSALÉN

Tal día como hoy de hace tres años empecé a esbozar la estructura de mi primera novela. Me apetecía escribir una novela histórica con etiqueta de thriller, donde hubiera historia, acción, investigación y algo de polémica. Novelar una historia, transitando entre lo conocido, lo que se adivina y lo que un lector puede llegarse a creer, no es tarea fácil. Hay que ser riguroso con la historia pero aprovechando los vacíos desconocidos para inventar, por ese motivo, el proceso de documentación fue muy largo; aunque el recuerdo de todos esos meses fue fascinante.

“La herencia de Jerusalén” estuvo durante unos meses en proceso de lectura editorial, en el que las nuevas correcciones, las ampliaciones y los tijeretazos iban y venían a cada proceso de lectura. Pude comprobar que la historia gustaba, puesto que así me lo dijo la agencia que hizo los informes de lectura. Pero algo se torció a última hora; el último informe de lectura alababa la trama y la estructura pero predecía que la temática era muy cercana a la de algunos Best Sellers recientes y que era más que probable que ninguna editorial quisiera apostar por ella; además, el mercado editorial estaba en recesión y los sellos editoriales solo firmaban con autores reconocidos. Así pues, decidimos guardar la novela en un cajón a la espera de nuevas oportunidades.

Y la oportunidad llegó de la mano de Amazon. Pueden contarse con los dedos de la mano, las veces que he tenido la sensación de estar en el sitio correcto y en el momento adecuado, y ésta es una de ellas. Vivimos un momento con muchos cambios dentro del panorama de la publicación, provocados por el crecimiento de lectores mediante dispositivo electrónico y el claro receso del libro en papel. La crisis en la que estamos inmersos ha dado el empujoncito de gracia, dado que muchos lectores han dejado de consumir libros de 20 Euros para adquirir libros electrónicos veinte veces más baratos. Tengo el orgullo de pertenecer a un grupo de escritores independientes que ha decidido publicar por su cuenta, sin un apoyo editorial, haciéndonos un hueco en un mercado tan difícil como este. La Generación Kindle, nombre con el que ya se nos conoce, edita sus textos, diseña sus portadas, elabora sus propios booktrailers y promociona sus obras a través de las redes sociales, interactuando con sus lectores diariamente.

El pasado miércoles se cumplieron cuatro meses desde que “La herencia de Jerusalén” aterrizara en la librería digital de Amazon. Era una apuesta arriesgada. Tenía miedo de desvirgar la novela que tantas ilusiones había depositado en ella. Subirla a Amazon por mi cuenta era arriesgado, puesto que sin un apoyo editorial podría haberse desecho como un azucarillo entre los miles y miles de títulos de la librería Kindle. A día de hoy hay cerca de 50.000 publicaciones en español, entre ellas, novedades de autores reconocidos, respaldados por las editoriales y por su propia trayectoria. Pues bien, durante estos cuatro meses, mi novela ha ido creciendo y poco a poco se ha ido posicionando entre los más relevantes. A día de hoy, “La herencia de Jerusalén” lleva 85 días en el top-100 del ranking general de ventas y es uno de los veinte libros más vendidos en español. Dentro de la categoría de “ficción histórica” lleva una semana consecutiva moviéndose entre los tres primeros puestos, convirtiéndose en un referente diario en las recomendaciones que Amazon hace a sus usuarios.

En estos últimos días he recibido felicitaciones de muchos amigos, de muchos lectores y de muchos colegas. Me hizo especial ilusión la felicitación que recibí a través de Twitter de Coia Valls, autora de “La princesa de Jade” y “El mercader”; dos de los fenómenos editoriales de los últimos años. Y hoy ha sucedido algo extraordinario: A las 17:45 he vendido el ejemplar 1.000. Quizá a alguno le parecerá una cantidad un poco pobre, comparado con lo que venden otros autores, pero para mí son una barbaridad.

Desde aquí quiero agradecer a todos aquellos lectores que han pagado por leerme, porque gracias a ello ahora sí, me siento un escritor.

Una vez soñé que era escritor. Por favor, no me pellizquen que quiero seguir soñando.

Cántaros rotos: 2

Cántaros que han llegado a la lechería: 1