
BSO recomendada: My angel put the devil in me (Dr. Who)
Fumar mata, fumar huele mal, fumar está mal visto, fumar es una ruina, fumar mancha los dedos, fumar quema camisas, fumar provoca incendios, fumar provoca inseguridad; fumar es drogarse y yo soy un drogadicto. Como tal, no tengo nada que envidiar a un heroinómano o a un fumador de crack. ¿Qué? ¿Entro fuerte no? Pues sí, es el mono, tengo mono…
El pasado día 15 de enero apagué mi último cigarrillo, lo saboreé, lo olí, lo observé, hablé unos instantes con él mientras agonizaba y finalmente dí la última calada.
Os diré que en ese momento me sentí libre, sentí que por fin estaba preparado para dejarlo, que me había dado cuenta que no fumaba por placer, si no que fumaba para dar de comer al mono, y lo que siempre había creído que era un placer, simplemente era un alivio. A partir de aquí, no olvidemos que esto es una droga, empecé a tener mis peleas internas…
Empieza el combate:
Angelito Blanco con alas de algodón en mi hombro izquierdo saca brillo a su áurea celestial y a mi derecha, sobre hombro derecho, Diablillo Pelotudo, embetunado en rojo y con unos cuernos monísimos.
Mono: Tengo hambre
Josep: ¡Calla! No quiero oírte. Por mucho que me pidas, he dicho ¡basta!
Diablillo Pelotudo: Pshhhhht, pshtttt, Josep, jejeje, mira ahí, hay colillas en el cenicero, fúmate una.
Angelito Blanco: ¡Noooooooo! No lo hagas, lo has dejado, llevas ya un montón de horas sin fumar…
Josep: Tienes razón, no puedo rendirme a las primeras de cambio por una mísera colilla…
Diablillo Pelotudo: Pero Josep, ¿no ves que darle una caladita a una colilla no te va a hacer nada?
Josep: ¿Pretendes que encienda una colilla? ¿Por quién me tomas?
Angelito Blanco: ¡Muy bien Josep!
Diablillo Pelotudo: Tienes razón, tienes clase y tampoco se trata de fumar colillas. Lo que puedes hacer es comprar un paquete y te fumar un cigarro a las diez de la noche, como premio por no haber fumado en todo el día.
Josep: ¿Ves? Eso ya me gusta más…
Angelito Blanco: Ni hablar, si te fumas un solo cigarro estás perdido, habrás fracasado y si te compras un paquete, acabarás fumándotelo. ¡Qué ya te ha pasado otras veces!
Josep: Tienes razón Angelito, esta vez es diferente, estoy convencido.
Diablillo Pelotudo: ¿No quieres? Pues ya sabes que lo vas a pasar mal, que estarás todo el tiempo pensando en lo mismo, envidiando a todo aquel que disfruta de un cigarrito después de cenar. Tú mismo…
Angelito Blanco: No te engañes Josep, son los fumadores los que te envidiaran a ti cuando seas un exfumador, ellos están condenados.
Josep: Bueno, dejadme pensar por mi mismo. ¿Qué pasa si me fumo uno o dos al día? Seguro que disfrutaré de esos dos cigarros.
Diablillo Pelotudo: ¡Suscribo la idea! Fumar dos cigarrillos al día no es fumar…
Angelito Blanco: Josep, ¿crees sinceramente que eres capaz de fumar dos cigarrillos al día?
Josep: No, imposible, quizás los dos o tres primeros días… pero soy incapaz de mantenerme en esa cifra.
Diablillo Pelotudo: Tú mismo, haz lo que quieras, tortúrate, sabes perfectamente que estás enganchado, que lo estás intentando por vigésima vez, que dentro de dos días volverás a caer y te sentirás un desgraciado por no haberlo conseguido. Es mejor ser un fumador convencido, orgulloso de serlo.
Josep: Hombre gracias Diablillo, se agradece la confianza majete…
Angelito Blanco: ¿Ves lo que te digo siempre? No le hagas ni caso.
Josep: Bueno Angelito, de vez en cuando tengo que hacerle caso, tu eres un rato ñoño y eso de hacerlo todo siempre tan bien hecho, tan formal, es cansino…
Diablillo Pelotudo: ¡Así se dice! ¡Patéale el culo!
Angelito Blanco: Maldito mengué de mierda estás hecho tú, porque estamos separados por la cabeza de Josep, si no, te daba yo una buena lección.
Josep: Bueno, no discutáis, os necesito a los dos; sabéis perfectamente que en ocasiones hago caso a uno y en otras a otro, pero siempre escucho vuestros consejos.
Mono: ¡Enga amigo, dame un poco de nicotina! Parar así de golpe es inhumano…
Josep: ¡A callar Mono!
Diablillo Pelotudo: Se agradece, tengo una fama que no me la merezco. Por cierto, métete ya algo en la boca que empiezas a mover las manos. Tienes un puro de la boda de tu primo en el segundo cajón.
Angelito Blanco: ¿Por qué abres el cajón?
Josep: No lo se… Me he encontrado aquí, abriendo el cajón…
Diablillo Pelotudo: No le digas eso, ahora has conseguido que se sienta mal.
Angelito Blanco: Tuuuuuuú le haces sentirse mal, yendo a por tabaco.
Diablillo Pelotudo: Claro, tú siempre tienes la razón, pues que sepas que…
Josep: ¡Silencio! ¡Callaros ya! Bastante nervioso estoy como para encima tener que estar oyendo vuestras estupideces… Haré lo que yo crea, y punto. ¿Dónde habré metido el tabaco?
Diablillo Pelotudo: jejejeje
Josep: ¡Cabrón!
Angelito Blanco: ¡Eso, eso, es un cabrón, mátalo, mátalo, sin piedad con él…!
Josep: Oye, recuerda que eres un ángel…
Angelito Blanco: Bueno, es una manera de hablar…
Mono: Necesito dosis, ¿te acuerdas de mí?
Josep: Tú calla, que no hablaba contigo.
Diablillo Pelotudo: Venga hombre, dale algo al Mono, venga... que te va a gustar, ya verás, no estarás de tan mal humor.
Josep: Pero si no estoy de mal humor, estoy contento, ya no fumo.
Angelito Blanco: ¡Así me gusta!
Josep: ¡Tú calla, pelota!
Angelito Blanco: Pero si yo soy el bueno de la película...
Josep: Sí, bueno, te recuerdo que tu fuíste el que me dijiste que me casara, tú fuíste el que me dijo que no me pusiera calefacción porque jodía el planeta y el que se jode soy yo de frío, y tú con alas de algodón, que estás más calentito que el rojillo del otro hombro.
Angelito Blanco: ¡Vaya! Ahora estás enfadado conmigo...
Mono: Bueno, ¿y de lo mío qué?
Josep: ¡Qué te he dicho que no pesado!
Diablillo Pelotudo: Claro... El malo siempre soy yo.
Josep: Mirad... Escuchad los tres. Todos vosotros me habéis ayudado en esta vida, tú Angelito me has enseñado a ser una buena persona, a ayudar a los demás, a querer incondicionalmente, a respetar a los mayores y a los sabios, a saber perder y a otros muchos dones. Tú, Diablillo, me has enseñado que no debo permitir que me tomen el pelo, gracias a tí he ligado la hostia, me has enseñado a cerrar la boca como un puta cuando la ocasión se lo merece, me has hecho cometer pecados inconfesables y me pones caliente cada vez que se te ocurre una idea. Y tú, Mono hambriento, también me has aporetado una cosa buena; gracias a tí he descubierto que no quiero volver a ser un drogadicto; y dicho esto, en dos semanas te quiero fuera de mi cuerpo o sabrás como se las gasta mi fuerza de voluntad... Bye, bye Monkey!