Hace apenas un par de meses, un escritorcillo de libretita de bolsillo, ratón de biblioteca y garabtista de imaginación inquieta, decide mostrar al mundo aquellas pequeñas cositas, que desde su viejo escritorio rústico maquina a ratos libres. Y decide desencintar sus cuadernos, desempolvar relatos. En definitiva, que ése escritorcillo, que para más señas soy yo, decide salir del armario y enseñar sus secretos a quienes quieran leerlos.
Fue un regalo de Navidad o quizás un propósito de año nuevo; o simplemente se trató de una de mis golpes escondidos.
Me metí en éste mundo agazapado, sin querer molestar a nadie, sin querer ser nadie especial ni diferente. Considero que mis escritos han estado guardados durante mucho tiempo en una barrica de madera cogiendo cuerpo y ahora, a mis casi 40 primaveras, viene alguien y libera el tarugo de corcho y la barrica ya nunca podrá volverse a taponar.
En estos dos últimos meses, he sido finalista en un certamen de microrelatos de terror, han editado un libro del mismo certamen con un relato hecho por mí. He conocido a plumas desconocidas, que según mi criterio deberían estar firmando libros en Las Ramblas de Barcelona el día de Sant Jordi. También he retomado a escribir un libro con el que estuve tanto y tanto tiempo documentando que me abrumó el exceso de información. Y el libro en cuestión lo he llevado a visitar los ojos de un profesional, que me satisface decir que me ha llamado y que próximamente os informaré de si lo hizo para devolverme mi trabajo o para darme un empujoncito.
Y luego está mi blog, como yo lo bauticé desde un principio “Mi ventana al exterior”. Reconozco que durante los primeros días, con poco contenido y sin haberlo dado a conocer a nadie estaba más vacío que mi caja de caudales. Un día me visitó María Jesús, que fue mi primera seguidora, a quien aprovecho para darle un enorme beso y un mordisquito en su yugular (ella sabe por qué), y a partir de aquí, empezó a entrar gente, yo quise aprender de vosotros visitando vuestros blogs, y sin darme cuenta el contador de visitas y vuestros maravillosos comentarios empezaron a crecer.
Hoy me he dado cuenta que el contador del blog estaba bordeando las 1.000 visitas. Aunque algunas son mías, lógicamente para poder hacer el mantenimiento del sitio, las otras entradas son vuestras.
Quizás para muchos de vosotros, mil visitas os parecerá una ridiculez, pero hace un rato me he puesto a reflexionar y ¡Qué narices, me ha visitado mucha gente en dos meses!
Me habéis demostrado mil maneras diferentes de querer, mil sonrisas y mil palabras bonitas.
Por todo esto y por todos vosotros y vosotras, MIL GRACIAS.
Y ya no os entretengo más. ¡Venga, vamos, iros a escribir, que cuando vuelva a encender el ordenador ésta noche os quiero ver ahí con vuestros nuevos relatos, vuestras hechizantes prosas y vuestras magníficas reseñas.
Mil besos manchados de tinta…